Gran desayuno en el hotel Mirador de Copacabana, incluye café, leche, jugo de mango recién hecho, pan, frutas…
Listos para comenzar el largo viaje a nuestra próxima marca en el mapa. Salar de Uyuni.
Tomamos una micro muy rancia y maloliente con destino a la ciudad de La Paz. Luego de 3 horas ingresamos a El Alto, mítico lugar sobre la ciudad símbolo del descontento social y un ejemplo de como la pobreza puede llegar a crecer tanto como para convertirse en ciudad.
La Paz se ve hermosa desde lo alto. Enfrentamos la ciudad con espectativas más altas que las que albergábamos hasta el momento. Se ve una ciudad moderna, con edificios y muy extendida desde el centro hasta la cumbre de los cerros que la circundan. Es, en efecto, una ciudad en medio de la montaña.
Tomamos un taxi al terminal para arreglar cuanto antes nuestra salida hasta Potosí. Este terminal es hermoso y muy moderno, tiene una arquitectura que nos hace recordar la Estación Central, en Santiago.
Conseguimos boletos para las 20:30, viajaríamos toda la noche. Esto nos daba tiempo para almorzar y recorrer la ciudad con cierta holgura.
Lo primero es conseguir un mapa y que nos dateen los lugares donde podríamos ir considerando nuestro margen de tiempo.
Decidimos no ir a los múltiples museos que se nos presentaron y preferimos caminar por la ciudad hasta su centro, la Plaza Mayor. A su alrededor, el palacio de Justicia, el Palacio Legislativo, la Casa de Gobierno y la Catedral. Todos símbolos de poder temporal.
Las calles de La Paz son estrechas, en subida y con un tráfico importante. Gran parte de este tráfico lo conforman minibuses o furgones de locomoción colectiva, unos cuantos taxis y el resto vehículos particulares. Los menos, sin duda.
Siendo las 2 y media de la tarde no encontramos comida en ninguno de los restaurantes que nos dieron confianza. Simplemente no quedaba.
Terminamos en una comida rápida de pollos fritos. chatarra pura.
Luego, pensamos en adquirir algún libro pero los precios no estaban para nosotros en las librerías establecidas. Ergo, a la calle a mirar los pirateados. Silvia se llevó El León, La Bruja y El Ropero. Por mi parte, me decidí por Travesuras de una Niña Mala, de Vargas Llosa (A estas alturas, estoy a punto de terminarlo, lo presto cuando quieran).
También recorrimos algunas partes de la ciudad donde abundan las ferias artesanales, la iglesia de San Francisco, la calle peatonal, etc.
Al volver al terminal aún falta una hora para nuestra partida. Considerando que el viaje es de 10 horas, compramos suficiente agua y comida para aguantar.
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