Día #14

4 AM. En la oscuridad nos levantamos rápidamente para emprender la última parte de nuestra ruta, que nos llevará a ver los geisers de Sol de Mañana, las Aguas Termales, la Laguna Verde y el Volcá Licancabur, en la frontera con Chile.
Luego de una hora de camino, llegamos a nuestra primera parada, el campo de geisers Sol de Mañana, que nos retrotrae a tiempos prehistóricos y nos muestra que este planeta es un ente en constante movimiento y transformación.
Vapor y Azufre penetran nuestros sentidos mientras observamos lava de varios colores en cráteres de diversos tamaños. Comienza a amanecer y el espectáculo adquiere una dimensión nueva atravesado por los primeros rayos del sol. Flashes van y vienen entre los vapores, no nos restamos.
Excitadísimos partimos hacia la segunda estación de este día magnífico, las aguas termales. Con el sol despuntando en el cielo y con una piscina a 37 ºC frente a nosotros, no queda más que meterse al agua en esta piscina multicolor y multicultural.
Después de media hora, Agustino ya tenía el café con leche caliente, queque, pan y galletas para el desayuno. No pasaban de las 8 de la mañana.
Ultima parada en Bolivia, la laguna verde vigilada por el volcán Licancabur.
De inmediato nos llama la atención el hecho de que no hay flamencos en esta laguna tan bella. Agustino se apresura a explicar que esta laguna es tóxica y no permite vida por su alta concentración de Arsénico, que entre otros minerales, le da su coloración verde.
El lugar es maravilloso. Ver el volcán reflejado en aguas con esa intensidad de color bajo un cielo despejado y un aire tan puro, nos deja con el corazón agitado.
Luego, la despedida. Llegamos a Hito Cajón, lugar desde donde ingresaremos a Chile como está planificado. La foto oficial que reune al grupo con un dejo de tristeza. Intercambio de mails y sinceros deseos de bena suerte, buen viaje, que lleguen bien. Nos despedimos y a esperar para ingresar a nuestro país, con una rara sensación (esto se explica porque nunca antes había «entrado» a mi país).
El cambio se nota de inmediato. Caminos perfectamente asfaltados y casi adornados con señaléticas y vías de emergencia.
Luego de unos 45 minutos llegamos a San Pedro de Atacama.
Es tal como lo imaginaba pensé. Al segundo estábamos sentados frente a un fanfarrón que nos ofrecía un tour que incluía hasta coctel, que el grupo era restringido y seleccionado, que la agencia era casi de elite….. de que me habrá visto cara este cabrón?
No terminábamos de salir de la oficina del fanfarrón cuando un chico se nos acerca a ofrecernos los mejores precios en finos almuerzos que seguramente no encontraríamos en ningún otro lugar: 6000 pesos chilenos, casi US$10. Nuevamente pienso que me han visto la cara. Lo evitamos casi sin hablar, intuyendo que lo peor no había llegado aún.
En una casa de cambio tuve mi tercer shock. Me había quedado con una cantidad importante de Bolivianos en el bolsillo. Lamentablemente las agencias de cambio en San Pedro funcionan como un Cartel que me dejó con al menos 10 mil pesos menos….
Ya no estaba tan impresionado cuando busqué alojamiento….
En fin. Después de aclimatarme al mercado, contratamos un tour a Laguna Cejar, Ojos del Salar y Tebinquinche, donde veríamos la puesta de sol con Snack y piscola.
Laguna Cejar tiene 3 veces la concentración de Sal que tiene el mar muerto, lo que te hace flotar sin mayor esfuerzo. La experiencia es genial. Al salir te secas muy rápido por la acción del viento y aparecen sendas costras de sal por todo tu cuerpo, sin contar con que tu traje de baño se vuelve un cartón. Solución: Agua Dulce.
Segunda parada, Ojos del Salar. Extrañas excavaciones en medio del desierto. Casi idénticas. El pseudoguía atribuía estas formaciones a extraterrestres (con la misma liviandad con la que estimaba las profundidades de las lagunas: Entre 30 y 100 metros, JAJA)
Nuevamente chapuzón para aprovechar de enjuagarse la sal.
Finalmente, el salar Tebinquinche, que recorrimos hasta su extremo embellecido por algunos centímetros de agua que daban al atardecer un tenor celestial.
Luego papas fritas, maní y Piscola (que no aceptamos, por ser de pésima calidad) para ver el atardecer.
Después de un largo recorrido, llegamos nuevamente a San Pedro, de noche, sólo con ganas de dormir mucho, mucho tiempo.

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